Los olores siembran dudas sobre la salubridad de las zonas inundadas de Valencia
En las ciudades cercanas a Valencia devastadas por las inundaciones que dejaron más de 200 muertos la semana pasada, la pestilencia del lodo ha creado inquietud sobre la salubridad del entorno para rescatistas y vecinos.
"No es lo ideal para la salud" respirar esos olores, dice a la AFP Miguel Rodilla, biólogo de la Universidad Politécnica de Valencia, aunque cree que harían falta "concentraciones más elevadas" de elementos en descomposición para que fueran tóxicos.
Por las zonas inundadas, mucha gente vuelve a llevar mascarilla, como durante la pandemia de covid-19, y algunas personas se quejan de dolores de cabeza y mareos por el hedor.
"La evidencia científica nos dice que hay riesgo de patógenos, sobre todo en aguas estancadas, que pueden desencadenar trastornos gastrointestinales o neumonías", explicó la ministra de Sanidad, Mónica García, en la radio pública RNE, tras aparecer algunos casos de gastroenteritis, descartando "un brote".
Además, las autoridades sanitarias regionales informaron de "dos casos probables de leptospira" en dos voluntarios que limpiaban las calles.
La enfermedad, que se contrae al entrar en contacto con orines de animales y es común en inundaciones, no es grave, pero puede provocar fiebre, diarrea y vómitos.
Sobre el proceso que desencadena el hedor que reina en la zona, Rodilla explicó que cuando el barro pierde el agua y se seca "los procesos de descomposición de la materia orgánica son sin oxígeno, y ahí es donde empiezan a aparecer esos olores a los que no estamos tan acostumbrados".
"Hay ese olor a podrido, olor a cosa muerta, y no es necesariamente que haya cadáveres cerca, sino simplemente que hay materia orgánica descomponiéndose", continúa.
- Los matices de la putrefacción -
En Valencia, todo lo que se pudre bajo el lodo aporta matices y una intensidad al hedor que alcanza lo nauseabundo.
"Es la carne podrida", explica Toni Marco, un empleado de una empresa de limpieza privada de 40 años, señalando a un supermercado destrozado de la localidad de Sedaví, tras reparar en la mueca de asco del periodista.
La carne "se quedó el día de la inundación y no han podido sacarla hasta ahora", más de diez días después de las inundaciones y de que las neveras perdieran el suministro eléctrico.
Catarroja es un pueblo muy afectado por las riadas que mataron a más de 200 personas el 29 de octubre. Sigue siendo un barrizal diez días después, y es uno de los lugares visitados por AFP donde el hedor es más fuerte.
"Cada descomposición de un elemento huele de una manera distinta" y eso explica que los olores "vayan cambiando" de calle en calle, explica a la AFP Ángel Aldehuela, bombero de 51 años de la provincia de Sevilla.
"Además", recuerda Aldehuela, "puede haber algún animal muerto" bajo el lodo.
- A peor, si no se limpia rápido -
Según la consejería de Sanidad del gobierno regional valenciano, "no se ha detectado ningún brote de infecciones, ni ninguna situación de relevancia para la salud pública" en general, pero la oenegé Greenpeace respondió que, en el caso del barro, hará "sus propios análisis".
Para el bombero sevillano Aldehuela, el hedor en Catarroja "va a ir a peor, sin duda".
"No sé cuanto tiempo puede persistir, dependerá obviamente de los medios de limpieza que pongan a disposición de esta gente, pero estamos hablando de días seguro, y alguna semanilla también", pronostica.
Pero en los pueblos donde los trabajos de limpieza avanzan a buen ritmo, "huele a pan o huele a fruta, cuando hace tres días puede imaginar el hedor que había", dijo el viernes Javier Marcos general jefe de la Unidad Militar de Emergencias.
La zona de las inundaciones tendrán más preocupaciones sanitarias en los próximos días y semanas por culpa de toda el agua estancada.
Así, las autoridades de salud regionales valencianas anunciaron haber pedido a los 79 ayuntamientos afectados que apliquen "una serie de medidas para el control de los mosquitos y otros insectos para prevenir su proliferación".
L.Hoffmann--LiLuX