La guerra de Sudán deja al descubierto "líneas de fractura" entre la capital y la periferia
La sangrienta lucha por el poder entre dos generales en Sudán ha puesto en evidencia las brechas entre la élite de Jartum, que históricamente ha monopolizado la riqueza y el poder, y la marginada periferia rural, según los analistas.
Desde hace un mes, dos generales rivales se disputan el control de este país del noreste de África en una guerra que ha sembrado el caos, cobrándose al menos 1.000 vidas y obligando a desplazarse a casi un millón de personas.
Uno de esos generales es el jefe del ejército, Abdel Fatah al Burhan, un militar de carrera, nacido al norte de Jartum, que derrocó al dictador Omar al Bashir, respaldado por los islamistas, y se arrogó plenos poderes en un golpe de Estado en 2011.
El otro es su antiguo adjunto, Mohamed Hamdan Daglo, expastor de camellos de la remota región de Darfur, en el oeste del país, cuyo acento provinciano es motivo de burlas en la capital. Este pintoresco comandante dirige los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR).
- Larga historia de desigualdades -
Sudán, un país de 45 millones de habitantes, tiene una larga historia de desigualdades y luchas en las que se han visto implicadas minorías étnicas de las áridas zonas rurales.
Desde su época como colonia británica, "la sociedad política sudanesa ha estado centralizada en el valle del Nilo", afirma Marc Lavergne, especialista en el Cuerno de África y Oriente Medio.
Incluso después de la independencia en 1956, "ha existido esta dicotomía entre el Valle del Nilo, Jartum, el 'Sudán útil' como decían los ingleses; y el resto del país", añade el especialista.
"Pero hoy estas regiones periféricas concentran mayor potencial", afirma, refiriéndose en particular a los grandes yacimientos de oro de Darfur, gracias a los cuales Daglo ha construido un imperio militar y económico.
Un informe del Instituto del Valle del Rift, con sede en Sudán, señala que, como resultado, "las FAR han dejado de ser una milicia de fortuna y se han convertido en una fuerza de combate bien entrenada y eficaz que puede rivalizar con el ejército sudanés".
"El conflicto actual esconde una batalla entre la élite político-militar establecida del centro del país y una élite militarizada emergente de Darfur por el control del Estado, y una nueva fase en la lucha entre el centro y la periferia", sostiene este documento.
- "Intruso de Darfur" -
"Hay muchas líneas de fractura" entre los dos bandos, abunda Kholood Khair, fundadora del grupo de reflexión Confluence Advisory, con sede en Jartum.
Daglo ha asumido su condición de "intruso de Darfur en la Jartum más cosmopolita", sostiene Khair.
"Antes de la guerra, las FAR estaban consiguiendo cierta adhesión con el discurso de que luchaban por la democracia, y que lo hacían en nombre de toda la gente marginada de Sudán", explica la especialista a la AFP.
Para constituir su fuerza, Daglo se convirtió en "uno de los mejores empleadores del país", reclutando combatientes de las zonas "que históricamente habían sido marginadas por Jartum", según Khair.
Pero "una vez que estalló la guerra, se hizo más difícil mantener esta narrativa" ya que "sus tropas son mucho menos disciplinadas" que el ejército regular.
"No siempre acatan las órdenes y han causado muchos estragos entre la población de Jartum", donde han aumentado drásticamente las denuncias de ataques a civiles, saqueos e invasiones de viviendas.
- ¿Agudización de luchas étnicas? -
La amenaza de una agudización de las luchas étnicas se cierne sobre Sudán, un país profundamente diverso, situado en la intersección de rutas migratorias y comerciales históricas, marcado por siglos de esclavitud.
Sus gobernantes han explotado históricamente las desigualdades económicas para dividir y conquistar, entre el centro y la periferia, entre el norte y el sur, y en función del color de la piel.
"A día de hoy, los sudaneses tienen un léxico del color de la piel" que discrimina a los que tienen una pigmentación más oscura, afirma el especialista de Sudán de London Review of Books, Alex de Waal.
"A las personas del sur, con piel más oscura, (se las) sigue llamando habitualmente 'abid', que significa 'esclavos'".
Puede que el color de la piel no sea un factor determinante en la guerra actual, pero los expertos advierten que un conflicto prolongado ahondaría las fisuras basadas en las afiliaciones tribales sobre las que se formaron las numerosas milicias existentes en Sudán.
G.Grethen--LiLuX