Sirios expatriados, entre la ira y la esperanza por la visita de Asad a Arabia Saudita
En el Café Damascu, en Riad, los clientes pueden degustar el guiso de frijoles tradicional al mismo tiempo que escuchan con nostalgia canciones folclóricas que les recuerdan a Siria.
El dueño incluso contrató a un camarero, que acepta con gusto hacer "selfies", por su parecido con el famoso comediante sirio Duraid Lahham.
Si bien los clientes habituales de este café comparten el mismo amor por Siria, pocos están de acuerdo respecto a la decisión de su país de acogida, Arabia Saudita, de invitar al presidente sirio Bashar al Asad a la cumbre del viernes de la Liga Árabe en Yeda (oeste).
Siria, que participó el lunes en una reunión preparatoria de la Liga, había sido excluida de ésta desde el comienzo de una guerra civil en 2011 que dejó más de 500.000 muertos y varios millones de desplazados y refugiados.
Su regreso parece anunciar el fin de su aislamiento en la escena diplomática regional y Damasco saluda el gesto de sus "hermanos árabes".
"Hemos estado esperando este momento" desde hace tiempo, afirma una de las clientas del café, Hiba Sidawi, una siria de 37 años.
"Lo odio, lo odio", exclama por su parte una mujer, refiriéndose al presidente Asad. "Invitarlo, pero ¿para qué?, ¿qué hará? ¿Mejorará las cosas? ¿Cambiará al país?", se pregunta esta clienta que se niega a dar su nombre.
Riad cortó los lazos diplomáticos con Damasco en 2012, en respuesta a la brutal represión en Siria. La diplomacia saudita abogó entonces por la expulsión de Bashar Al Asad.
La Liga Árabe también se distanció del régimen de Damasco, dejando que la oposición siria ocupe la banca de Siria en una cumbre en 2013.
- Volver a la normalidad -
Pero en 2018, los Emiratos Árabes Unidos restablecieron los vínculos con el país.
Y el acercamiento se aceleró después del terremoto del 6 de febrero, que devastó sectores enteros de Siria y Turquía, provocando una afluencia de ayuda humanitaria a la región.
Arabia Saudita se convirtió entonces en uno de los partidarios más celosos de una reintegración de Siria.
El ministro sirio de Relaciones Exteriores, Faisal Mekdad, viajó a Riad y su homólogo saudita, Faisal ben Farhan, visitó a su vez Damasco. Los dos países anunciaron luego el regreso de sus representaciones diplomáticas respectivas, después de 11 años de ruptura.
En el Café Damascu, los empleados entonan una canción para celebrar el cumpleaños de un cliente.
Uno de los hombres presentes no comparte la alegría reinante. "Cuando miro su cara (de Bashar al Asad), recuerdo cuántos murieron por su causa", confiesa. "¿Resucitará a nuestros seres queridos abatidos? ¿Sanará nuestras heridas y pondrá fin a nuestro dolor?", se pregunta.
Fátima, una clienta, espera que la visita del presidente sirio permita a su país, devastado por la guerra, volver a la normalidad. "Lo más difícil es viajar. También las importaciones y las inversiones", dice. "Ahora volverá a la normalidad y las cosas mejorarán", prosigue.
Ahmed Abdelwahab, un cantante que trabaja en el café, comparte su optimismo. "Estábamos aislados (...), pero hoy nos encontramos", comenta haciendo referencia a la Liga Árabe.
Sin embargo, es difícil para él olvidar los últimos 12 años de guerra. "Cualquier sirio que hable de su país tendrá lágrimas en los ojos", subraya.
R.Decker--LiLuX