La Cruz Roja toma las riendas de un funesto centro de migrantes en Lampedusa
El centro de acogida de la isla italiana de Lampedusa es para muchos migrantes la primera toma de contacto con Europa tras cruzar el Mediterráneo, pero desde hace un tiempo se había convertido en un lugar de desesperanza.
Aseos inundados, falta de médicos, comida y agua, sobreocupación crónica que obliga a hombres, mujeres y niños a dormir al raso sobre colchones sucios: los relatos de los trabajadores humanitarios son siniestros.
Según la agencia de Naciones Unidas para las migraciones (OIM), tres migrantes fallecieron en este centro en los últimos meses.
Pero desde el 1 de junio, por decisión del gobierno, la Cruz Roja italiana se hizo cargo de la instalación y se comprometió a dispensar una mejor acogida a las decenas de miles de personas que llegan cada año del norte de África con la esperanza de una nueva vida en Europa.
Toneladas de basura fueron retiradas, la cocina se renovó, se instalaron baños suplementarios aunque sigue el olor desagradable, se contrató a un nuevo equipo médico y se colocaron nuevas hileras de catres para duplicar la capacidad de acogida del centro.
También están intentando acelerar los traslados afuera de la isla para aligerar la presión sobre este recinto construido para 389 personas y que habitualmente acoge más de 3.000.
"Aquí somos la puerta de Europa. Nuestra misión será evidentemente dar a aquellos que llegan a Italia la dignidad que a menudo les ha faltado", dijo Ignazio Schintu, un responsable de Cruz Roja durante una visita para la prensa esta semana.
- Llamar a casa -
Célebre por sus playas de arena blanca, Lampedusa se conoció durante décadas como un destino turístico que todavía sigue recibiendo a numerosos visitantes.
Pero a solo unos 145 kilómetros de las costas tunecinas, esta isla también se convirtió en una de las principales puertas de entrada a Europa para los migrantes que cruzan el Mediterráneo.
El año pasado, más de 46.000 personas desembarcaron allí, sobre un total de 105.000 llegadas a Italia, según la agencia de Naciones Unidas para los refugiados.
En su viejo y pintoresco puerto, una pequeña flota de barcos de los guardacostas y la policía está amarrada junto a pesqueros y barcos recreativos para turistas.
Cuando hace buen tiempo y el mar está en calma, salen casi a diario para socorrer a embarcaciones de migrantes.
En el centro de acogida, los recién llegados reciben comida, agua, ropa y se someten a un examen médico. También pueden recargar su teléfono y acceder a internet.
"El wifi y la conexión son de las primeras peticiones que nos hacen" para así poder informar a sus familiares que están bien, asegura Francesca Basile, responsable de migraciones de Cruz Roja.
Desgraciadamente, su equipo también debe comunicar la identidad de un cadáver o de una persona desaparecida a las familias "en busca de alguien que ya no está", añade.
Según la OIM, más de mil personas murieron desde comienzos de año intentando cruzar el Mediterráneo central, lo que convierte esta ruta marítima en la más mortífera del mundo.
El centro de acogida es pequeño. Consiste en una calle flanqueada de edificios blancos, con algunos bancos situados bajo los árboles que bordean una alta valla custodiada por soldados en el exterior.
En unas mesas de caballete hay un grupo de jóvenes tunecinos conversando. Al preguntarles qué opinan del centro, uno de ellos responde risueño: "50-50".
Muchos migrantes son adolescentes o niños, con o sin familia. Tanto ellos como las mujeres están separados de los hombres adultos.
- Inmigración al alza -
Por el recinto hay esparcidos algunos juguetes. En un pared hay pintadas las letras del alfabeto y algunas palabras en italiano.
También hay psicólogos en el lugar para ayudar a los más vulnerables, aunque el nuevo gobierno italiano de derecha y extrema derecha suprimió recientemente la obligación de suministrar estos servicios en este tipo de centros.
La coalición liderada por Giorgia Meloni alcanzó el poder en gran parte gracias a la promesa de terminar con la inmigración masiva en Italia.
Pero más de 53.000 personas llegaron ya en lo que va de año, contra 21.000 en el mismo periodo de 2022.
La policía dispone de su propio edificio en el centro. Su objetivo es trasladar a los migrantes afuera de Lampedusa en un plazo de uno o dos días, hacia centros en el continente donde puedan ser tratados correctamente.
Pero es imposible decir adónde irán después. Un día después de la visita para la prensa, la AFP vio decenas de hombres jóvenes transportados al puerto y embarcados en un ferri hacia Sicilia.
Mohamed, de 26 años, explicó a la AFP que llegó desde Bangladés a través de Libia. No sabía hacia dónde lo llevaban pero al preguntarle cómo se sentía en Italia, respondió con una amplia sonrisa: "Bien".
D.Rueter--LiLuX