Desamparados, los refugiados sirios en Líbano pierden esperanza de volver a su país
En un campamento precario del valle de la Becá, en el este del Líbano, Ibrahim al Korbaw y sus hijos desmenuzan ajos para conseguir algo de ingresos, insuficientes para este refugiado que ha perdido toda esperanza de regresar a Siria y de tener un futuro digno.
"Uno de mis hijos se queja que sus manos se están volviendo azules de tanto trabajar. Pero le digo que tiene que continuar para poder traer pan a la mesa", explica este padre de seis hijos.
Otrora trabajador de la construcción, este hombre de 48 años con barba blanca parece mucho mayor. Huyó hace una década de la ciudad siria de Raqa, excapital autoproclamada del grupo yihadista Estado Islámico (EI).
El conflicto ya terminó y el gobierno libanés reclama ahora el regreso a su país de los refugiados sirios.
Korbaw asegura que no puede volver a Siria, porque su casa está destruida y, sobre todo, teme represalias del régimen, el reclutamiento forzado o no encontrar ningún medio para sobrevivir.
"Mis hijos no pueden estar seguros en un país donde no somos tratados como seres humanos", implora.
Pero en Líbano, nueve refugiados sirios de cada diez viven en la pobreza, pese a las escasas ayudas de la ONU.
Las organizaciones humanitarias han lanzado nuevos llamados para conseguir más ayuda para la población siria.
Según Beirut, cerca de dos millones de sirios están refugiados en Líbano. La ONU afirma que unos 830.000 están registrados en sus listas.
El ejército libanés ha detenido y expulsado en estos últimos meses a numerosos sirios en situación irregular, en un contexto de creciente sentimiento antisirio en el país, hundido en una profunda crisis económica.
- "Prefiero morir" -
Korbaw afirma que pocas veces sale del campamento, desde hace casi dos años, por miedo a ser torturado y perseguido, según organizaciones de defensa de los derechos humanos.
"Prefiero morir delante de mis hijos", dice. "Al menos estarán seguros de que he muerto".
Desde 2011, la guerra civil en Siria ha dejado alrededor de medio millón de muertos, y cerca de la mitad de la población siria es refugiada o desplazada interna.
La hermana de Ibrahim al Korbaw, Souad, de 34 años, también ha perdido la esperanza de regresar. "Siento que voy a vivir el resto de mi vida en esta tienda de campaña", se lamenta.
Tras huir de la brutalidad del EI, esta mujer perdió a su hijo de 12 años en el Líbano, arrollado por un tractor mientras cosechaba patatas.
Con sus otros cinco hermanos y hermanas, tuvo que dejar la escuela para ponerse a trabajar.
"Tengo la impresión de que todas las puertas están cerradas, nunca más tendré una vida decente", dice Souad, en una carpa de lona donde los únicos muebles son cojines.
Cuando su marido regresó a Siria para enterrar a su hijo, descubrió que su casa estaba destruida por los bombardeos.
- "Veo a mis hijos morir" -
Madaniya al Jalaf, de 35 años, explica que se ha quedado sin la pequeña ayuda de la ONU debido a los recortes presupuestarios, y ya no tiene medios para comprar pañales para su bebé de seis meses. Ahora utiliza bolsas de plástico y trapos.
Esta madre de cuatro hijos explica que tiene que mendigar entre los otros refugiados del campamento, y sus hijos recolectan plástico y metal entre los desechos para venderlos.
En un campamento vecino, Ghofran al Jassem, de 30 años, procedente de la región siria de Idlib, no ve ningún futuro para sus cuatro hijos en el Líbano.
Dos de ellos nacieron con un problema cardíaco, uno de los cuales, de siete años, necesita un trasplante urgente.
Los ingresos de su marido, jornalero, apenas son suficientes para las necesidades básicas de la familia, que no recibe ninguna ayuda de la ONU desde noviembre.
"Veo a mis hijos morir ante mis ojos", dice entre lágrimas.
D.Adrovic--LiLuX