Combatir a los yihadistas o prepararse para la guerra total: la gran división
Durante dos décadas, todo giró en torno a la lucha contra los grupos yihadistas. Después, las tensiones internacionales y la guerra en Ucrania ocuparon el primer plano. Entre esos dos males, las grandes potencias intentan encontrar un equilibrio.
La ONU pasó una semana debatiendo su estrategia antiterrorista antes de que su Asamblea General adoptara un documento en el que se establecen sus prioridades para los próximos años.
Pero detrás del consenso por luchar contra los avatares del grupo Estado Islámico (EI) y Al Qaida, las luchas geopolíticas movilizan las atenciones.
La guerra en Ucrania "obligó a las potencias a constatar que los estados no estaban listos para grandes confrontaciones, en términos de logística y de producción militar", apuntó Jerome Drevon, analista de yihad y conflictos del Crisis Group.
"Había que recalibrar. El foco en el terrorismo había ido demasiado lejos (...) La pregunta hoy día es: ¿ha ido demasiado lejos esta recalibración?", agregó Drevon a AFP.
Señaló que los estadounidense "ya no se interesan en absoluto por la cuestión", mientras en el Sahel "la retirada francesa no ha sido sustituida por otros medios".
Durante mucho tiempo, los mejores espías fueron absorbidos por la lucha antiterrorista. Sin embargo, ahora "todo el mundo quiere trabajar sobre Rusia", observa un miembro de la comunidad francesa de inteligencia.
Después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, los países occidentales invirtieron masivamente en la lucha antiterrorista sin frenar la proliferación mundial de yihadistas.
"Ahora Estados Unidos y sus aliados construyen su política exterior alrededor del concepto de la competencia entre potencias", lamenta Colin Clarke, director de investigación del Soufan Group, un instituto privado de inteligencia y seguridad estadounidense.
- De un extremo al otro -
Sitúa el cambio en el vigésimo aniversario del 11 de septiembre, cuando "realmente sentimos que la lucha antiterrorista estaba perdiendo fuelle. Ucrania no inició la tendencia, pero la aceleró", afirmó. "Hemos pasado de un extremo al otro".
En Levante, en Yemen, en Afganistán y Pakistán, y sobre todo en África, los grupos que juran lealtad a EI o Al Qaida se consolidan y estructuran sus capacidades.
Según un reciente informe de expertos de la ONU, los grupos terroristas "gozan de una mayor libertad de maniobra bajo los talibanes", que están en el poder en Kabul. "Están haciendo buen uso de ella", con una amenaza creciente "tanto en Afganistán como en la región".
África se ha convertido en tierra de conquista de grupos yihadistas. Se les encuentra en Somalia y Libia, en Egipto y la República Democrática del Congo, en Mozambique y el Sahel, desde donde tienen la mira en el Golfo de Guinea.
Su red se extiende ante una comunidad internacional sin respuesta.
"La amenaza en África está totalmente subestimada", afirma Hans-Jakob Schindler, director del centro de estudios Counter-Extremism Project y exanalista de la ONU.
En el Sahel, "estamos hablando de un número de ataques terroristas superior al de cualquier otra parte del mundo, lo cual recuerda a lo que hemos tenido en el apogeo de las operaciones en Afganistán durante los últimos 20 años", opinó. "Pero esto es África Occidental y no creo que haya visibilidad o quizás interés".
- "Soluciones alternativas" -
Desde la salida de la fuerza antiyhihadista francesa Barkhane, la empresa rusa de paramilitares Wagner se instaló en Malí, aunque Bamako lo niegue.
Una solo un ejemplo de cómo la lucha contra el terrorismo está al servicio de las luchas por el poder.
"La guinda del pastel es que Wagner está extendiendo sus alas en la región, lo que obviamente empeorará las cosas", afirma indignado Schindler.
Veinte años después del 11 de septiembre, la lucha contra el terrorismo parece haber llegado a un callejón sin salida.
¿Qué se puede hacer después de invertir miles de millones y matar a numerosos líderes yihadistas que fueron rápidamente sustituidos? Crisis Group, que trabaja para resolver conflictos, se plantea otro enfoque.
"Si no hemos podido destruirlos en 20 años, tendríamos que encontrar soluciones alternativas. No resolveremos todos los conflictos con drones", según Jerome Drevon.
"Los grupos yihadistas "tienen objetivos maximalistas, pero tal vez se les pueda hacer volver a la negociación sobre ciertas cuestiones limitadas de reparto de poder".
Mientras tanto, extienden sus actividades. De Levante a Afganistán, "Las grietas en el orden mundial brindan a los grupos terroristas un amplio espacio para reagruparse y reorganizarse", escribió Kabir Taneja, investigador del Observer Research Foundation, en Nueva Delhi.
Cada crisis, cada disputa, juega en su favor. "Los grupos terroristas y extremistas, que saben aprovechar el caos político, podrían terminar beneficiándose de ello en los próximos años", señaló.
H.Wagner--LiLuX