Construirse un búnker para encontrar la paz en la capital ucraniana
Después de que explotaran varios misiles cerca de su casa, en la periferia de Kiev, Kirilo Barashkov decidió que la única manera de proteger a su familia de los bombardeos rusos era construir su propio búnker.
"Es lo que más necesitamos, mucho más que un buen vehículo, más que reparar la casa, pues se trata de la seguridad. Si uno muere, ya no necesita nada", dice este abogado de 43 años.
El costo de este refugio es de 20.000 dólares, o sea menos de lo que cuesta el vehículo todo terreno de Kyrylo.
"No puedo decir que sea mucho dinero para obtener seguridad y tener el espíritu y el corazón en calma,", dice este hombre, que inició los trabajos en octubre, tras el inicio de los bombardeos rusos masivos en ciudades e infraestructuras esenciales ucranianas.
El abogado vive en las afueras de la capital ucraniana, que es objeto regular de misiles y drones rusos.
La puerta de entrada al búnker, que puede albergar hasta 15 personas, está en la calle arbolada con orillas arboladas donde vive Kirilo, quien dio el código de acceso a sus vecinos para que puedan refugiarse ahí en caso de ataque aéreo.
Tras bajar la escalera que lleva al sótano, se ven dos canapés, un fogón para usa con madera, y baños portátiles aun no utilizados.
Hasta ahora Kirilo ha pasado ahí un máximo de siete horas. Y reconoce que regresa a la superficie varias veces para fumar un cigarrillo.
- "Sobrevivir" -
En el interior hay wifi y un gran cargador para teléfonos portables y otros aparatos eléctricos. En caso de corte de electricidad, el búnker está equipado con su propio generador diesel.
El albergue está a cinco metros bajo tierra, lo que según su propietario, es suficiente para resistir el "99%" de los bombardeos posibles.
"Tuvimos varias explosiones aquí", subraya Kirilo, que muestra un video de un bombardeo ocurrido en su casa en enero.
Dice que duerme a veces en el bunker, donde halla paz en la oscuridad, lejos del ruido y la contaminación luminosa de la superficie.
Su actitud contrasta con la de muchos habitantes de Kiev, que renunciaron a buscar un albergue durante los bombardeos, cansados de pasar la noche en estaciones de metro y sótanos húmedos.
Sus vecinos por el contrario "se sienten mejor cada día al saber que él dispone de un búnker cercano que los albergará en caso de ataque masivo", asegura Kirilo. "Es como una pastilla psicológica, un medicamento", añade.
Según él, algunos de sus vecinos son visitantes regulares, mientras que otros aun no se se deciden a venir.
"Para mi es extraño honestamente", dice Kirilo. "Deberíamos preocuparnos por los niños, mujeres y nosotros mismos, pues debemos sobrevivivir", añade.
Proteger a su familia es muy importante para Kirilo pues su mujer acaba de dar a luz a su hijo.
"Gracias a Dios, nunca ha estado por ahora en el búnker", concluye.
Y.Erpelding--LiLuX