Milicias se preparan para una larga lucha en conflictivo estado de India
Escolares convertidos en guerrilleros de milicias contemplan las posiciones enemigas desde lo alto de una colina, preparándose para una larga lucha en el conflictivo estado indio de Manipur.
Hace tres meses, Paominthang era un estudiante de 16 años del pueblo agrícola kuki que soñaba en convertirse en una estrella de fútbol. Ahora está armado con un rifle, preparado para matar a los guerrilleros meitei rivales si es necesario.
Al menos 120 personas murieron desde mayo en conflictos armados entre la mayoría meitei, predominante hindú, y los cristianos kuki en este estado del noreste. Muchos en Manipur sospechan que el número puede ser más alto.
Paominthang, que solo da su nombre por miedo a represalias, abandonó la escuela después de que una multitud meitei atacó a su familia.
"Quemaron mi casa. No tuve otro remedio", dice a la AFP sosteniendo con orgullo su arma y asegurando que no tendrá miramientos en usarla para defenderse. "Dispararé".
El conflicto emergió de una mezcla de causas como disputas por la tierra o por empleos públicos, y grupos de activistas acusan a los líderes locales de exacerbar las divisiones étnicas para su provecho político.
Ellos lo niegan pero, después de meses de crisis, las divisiones se agravan y llevan a una espiral de venganza con asesinatos e incendios de casas, iglesias cristianas y templos hindúes.
Los grupos rivales han creado milicias que, aseguran, no dejarán pronto las armas.
- "Quemarían nuestra casa" -
Los alejados estados del noreste de India, encajonados entre Bangladés, China y Birmania, han sido un polvorín de tensiones étnicas.
Los kukis representan un 16% de los 2,8 millones de habitantes de Manipur, según el último censo de India en 2011. Sus demandas de una administración estatal separada son rechazadas por los meitei, que constituyen más de la mitad de la población.
A la base de Paominthang, llamada "Campo del Tigre", se llega a través de un estrecho sendero por las frondosas y empinadas colinas. La zona está salpicada de campos similares de grupos rivales.
Cuando empezaron los enfrentamientos en mayo, las masas saquearon comisarías, de las que desaparecieron 3.000 armas y 600.000 rondas de munición, según la agencia de noticias Press Trust of India.
En campos de milicianos tanto en zonas kuki como meitei, los reporteros de la AFP pudieron constatar a hombres equipados con todo tipo de armas, desde rifles de asalto kalashnikov a pistolas caseras hechas con tubos de metal.
"No os lo podemos enseñar, pero tenemos municiones que pueden durar más de dos meses", asegura Phaokosat Hokip, un combatiente kuki de 32 años, que en mayo trabajaba para una agencia de ayuda social.
Su grupillo hace de centinela desde el anochecer hasta el alba desde su posición protegida con sacos de arena, escrutando en la oscuridad con potentes binoculares mientras los otros milicianos descansan en refugios de paneles de plástico atados a postes de bambú.
"Si no estamos aquí con armas, aparecerían miles de ellos y vendrían y quemarían nuestra casa", dice Hokip.
- Solución "no partisana" -
Entre las fértiles tierras de cultura, casas calcinadas bordean la carretera entre el distrito meitei Bishnupur y el bastión kuki de Churachandpur, una frontera no oficial entre ambos grupos.
El ejército patrulla la carretera pero, incluso así, el martilleo del fuego de las milicias se escucha en las proximidades.
Al otro lado de esta línea separatoria, en un campo meitei, los milicianos aseguran tener miedo de los kuki.
"Ni siquiera las fuerzas estatales pueden controlarlos", afirma KB, un meitei de 55 años que habla bajo condición de anonimato. "Es una guerra civil", asegura.
El pueblo meitei ha acusado durante mucho tiempo a los kuki de respaldar a los inmigrantes indocumentados de Birmania y el cultivo de amapola, algo que este colectivo mayoritariamente cristiano niega.
"Solíamos convivir juntos", añade KB. "De repente, nos atacaron y ahora quieren una administración separada. Esto no ocurrirá".
El ministro indio de Interior, Amit Shah, prometió una "investigación imparcial" de la violencia y dijo que el gobierno está "hombro con hombro con la gente de Manipur".
Pero la oenegé Human Rights Watch acusa a las autoridades estatales, lideradas por el partido nacionalista hindú Bharatiya Janata Party del primer ministro Narendra Modi, de haber desplegado "políticas divisivas que promueven el predominio hindú".
DS Hooda, un general indio retirado que sirvió en Manipur, dijo que el gobierno debe abordar esta crisis de "una forma no partisana".
"Si los grupos de justicieros civiles van a tomar las armas para protegerse, dice poco de la autoridad en el estado", dice.
Hokip, el combatiente kuki, no confía en el gobierno y considera que el ministro principal de la región, el meitei N. Biren Singh, es cómplice de la violencia, aunque este lo niega.
"Es una limpieza étnica promovida por el estado contra los kukis", asegura. "Incluso si acudes al gobierno, el gobierno respalda a los meiteis".
KB, en el otro bando, asegura que los milicianos no dejarán la lucha: "Mientras tengamos sangre corriendo por nuestro cuerpo, no dejaremos nuestra tierra ni huiremos".
G.Muller--LiLuX