En Ucrania los quemados de guerra reciben tratamiento gratuito
El rayo láser pasa lentamente sobre las prominentes cicatrices del torso de Serguéi Prishchepa, gravemente herido y quemado en la explosión de su vehículo sobre una mina antitanque, cerca de Kiev, la capital ucraniana.
El joven de 34 años acude regularmente a recibir tratamiento en una clínica privada, como parte del proyecto "Neopalimi", que en ucraniano significa no inflamable, y que ofrece a las víctimas civiles o militares de la guerra recibir tratamiento gratuito para sus heridas graves.
Cuando se inició la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022, Serguéi Prishchepa había dejado Kiev con su esposa y su hijo de 10 años para ir a un pueblo a 100 kilómetros al norte de la capital.
Pero la localidad fue bombardeada y el 14 de marzo, la familia decidió huir nuevamente.
En la carretera "nuestro vehículo fue destruido por una mina antitanque. La explosión ocurrió en el costado de mi esposa, que murió instantáneamente. Nuestro hijo en la parte de atrás no resultó herido", pero el niño, de 10 años, "sufre un trauma psicológico", cuenta a AFP este director comercial de una empresa de ascensores.
"Lo primero que pregunté en el hospital fue la razón por la que me había quedado la cabeza", cuenta mientras muestra una foto de la carcasa de su vehículo completamente destruido y carbonizado.
Desde hace 16 meses recibe injertos de piel en las piernas y varias operaciones en la mandíbula y en una mano.
Ahora viene regularmente a la clínica Choupeniouk en Kiev, una de las 19 asociadas con el proyecto "Neopalimi" en todo el país.
"Antes de hacer el tratamiento con láser usamos ciertos medicamentos que suavizan el tejido conectivo áspero (...) Primero inyecciones, luego tratamiento con láser, y gracias a eso (las cicatrices) se vuelven más finas, más claras, menos ásperas, más suaves", explica Katerina Bezvershenko, la dermatóloga que trata a Serguéi.
"La mitad de nuestros pacientes son civiles, y no solo de la región de Kiev (...) Tenemos a un hombre que acaba de ser golpeado por un dron en su apartamento. Su madre está muerta, él sobrevivió, pero tiene quemaduras graves", explica.
- Manos que "ardían" -
La dermatóloga también trata a Félix Rasko, de 35 años, voluntario del ejército ucraniano desde el inicio del conflicto.
Sufrió graves quemaduras en las manos el pasado mes de octubre en el Donbass (este), cuando el edificio donde dormía fue bombardeado de noche por los rusos.
Sus manos "ardían", recuerda y añade que se despertó "con un fuerte golpe y fuego, todo estaba en llamas". Él también se sometió a operaciones e injertos de piel extraídos de una pierna.
Después de una nueva sesión de láser en sus cicatrices, brotan hilos de sangre de sus dedos.
"Si comparamos estos tratamientos con los del principio (...) ahora es como una picadura de mosquito", relativiza el joven, aunque añade que sus manos "pican constantemente".
"Tuve mucha suerte, desde el momento en que estos cohetes volaron hacia nosotros hasta el momento en que me trataron. No todos son tratados así", explica.
"Incluso las pomadas que me dan son gratis y eso me ayuda mucho", dice, teniendo en cuenta que una sola sesión de tratamiento con láser cuesta varios cientos de euros.
El proyecto "Neopalimi" comenzó tras el inicio de la invasión rusa, lleva un año en marcha y ha permitido tratar a unas 150 personas. Se financia con donaciones privadas y la colaboración del Ministerio de Salud de Ucrania.
Katerina Bezvershenko ha recibido una decena de víctimas de la guerra, desde que se sumó al proyecto "con mucha alegría".
"Es importante para mí, porque soy médico terapeuta y no participo en operaciones militares. Sentí una gran necesidad de ayudar a nuestros solados y a las personas afectadas por la guerra", explica la especialista.
"No obtengo nada, excepto la satisfacción y la alegría de poder ayudar a la gente", concluye.
D.Adrovic--LiLuX