Bielorrusia vota en unas presidenciales con Lukashenko a las puertas de un séptimo mandato
Los bielorrusos votan este domingo en unas elecciones presidenciales destinadas a reelegir al autócrata Alexander Lukashenko para un séptimo mandato consecutivo, unos comicios considerados una "farsa" por la oposición en el exilio.
Las urnas abrieron a las 08H00 (05H00 GMT) para la primera votación presidencial en el país desde 2020, cuando Lukashenko reprimió las grandes protestas contra su mando tras una elección que opositores y Occidente consideraron fraudulenta.
Lukashenko, de 70 años, ha gobernado desde 1994 con mano de hierro este país aliado de Rusia. En febrero de 2022 permitió a Moscú utilizar su territorio para lanzar la invasión a Ucrania.
"Tenemos una democracia brutal en Bielorrusia", dijo Lukashenko a la prensa tras votar.
"No presionamos a nadie y no silenciamos a nadie", agregó, señalando que los presos encarcelados podían pedir ser perdonados pero "si tú no lo pides, quiere decir que estás bien. Tienes que pedirlo".
Los principales adversarios políticos del gobernante están actualmente encarcelados o exiliados.
La líder de la oposición exiliada en Varsovia, Svetlana Tijanóvskaya, tachó la elección de "farsa" y calificó a Lukashenko de "criminal que se hizo con el poder".
Lukashenko, de quien algunos sospechan que quiere pasar el poder a unos de sus tres hijos, desmintió el rumor. Su hijo más joven, Nikolai, "ni en su peor pesadilla soñaría" en convertirse en presidente y "ninguno de mis hijos podría", aseguró a la prensa.
Los candidatos en la votación del domingo fueron escogidos para darle a los comicios un aire de democracia, y pocos saben quiénes son.
La UE, los detractores de Lukashenko y las oenegés de defensa de los derechos humanos ya afirmaron que estos comicios son un montaje.
- "No todo sea perfecto" -
En Minsk, Nadejda Gujalovskaia, una jubilada de 74 años, que se presenta como "patriota", dijo que votaba "por primera vez en 20 años".
Como muchos electores, ante la ausencia de otras alternativas, votó por Lukashenko. "No quiero un Maidán", explicó, en alusión a la revolución prodemocracia de 2014 en la capital ucraniana.
"Tal vez no todo sea perfecto, que no seamos una democracia...", dice, sacando un tema tabú en un contexto muy represivo contra las voces críticas.
El viernes en un discurso a sus seguidores, Lukashenko calificó las protestas de 2020 "como una vacuna" que impiden que algo así vuelva a ocurrir.
"Todos nuestros opositores y enemigos deben entenderlo: no tengan esperanza, nunca se repetirá lo que tuvimos en 2020", declaró en un estadio de la capital Minsk.
En aquellas protestas, decenas de miles de personas salieron a la calle para denunciar unas elecciones amañadas.
Con el apoyo de su aliado ruso Vladimir Putin, consiguió mantenerse en el poder mediante arrestos, violencia y duras penas de prisión contra opositores, periodistas, cooperantes o simplemente manifestantes.
Según la ONU, más de 300.000 bielorrusos, de una población de nueve millones, han huido por razones políticas, principalmente a Polonia.
Frente a esta represión, los países occidentales han impuesto una serie de sanciones a Bielorrusia, lo que ha llevado a Lukashenko a acelerar su acercamiento al Kremlin y abandonando su estrategia equilibras entre Moscú y Occidente.
C.Rastoder--LiLuX